Perdonar te libera a ti: Guía para soltar el rencor y sanar heridas
Perdonar no significa volver ni olvidar. Descubre cómo el perdón es un regalo para ti mismo y usa la técnica de la carta de liberación.
SANAR EL PASADO
Gabriel Soler
12/27/20252 min read


La historia de Ricardo.
Ricardo llevaba cinco años divorciado, pero en su mente seguía casado con el conflicto. Cada conversación con amigos terminaba hablando de lo que ella le hizo, de lo injusto que fue, de cuánto le robó. Creía que al mantener vivo su enojo, la estaba castigando a ella. “No la voy a perdonar nunca”, decía con orgullo. Pero un día se miró al espejo y vio a un hombre amargado, con gastritis crónica y solo. Su exmujer, mientras tanto, había rehecho su vida y era feliz. Ricardo entendió la cruel verdad: al no perdonar, el único que estaba bebiendo veneno era él, esperando que ella muriera.
Mitos sobre el perdón: Lo que NO significa perdonar.
El perdón tiene mala fama porque se confunde con debilidad o sumisión. Aclaremos qué NO es perdonar:
No es justificar: No significa decir “lo que hiciste estuvo bien”. El daño existió.
No es olvidar: No tienes amnesia. Recuerdas el hecho, pero decides que ya no te duela.
No es reconciliación: Puedes perdonar a alguien y no volver a hablarle nunca más en tu vida. El perdón es interno; la reconciliación es relacional y requiere confianza (que a veces ya no existe).
El costo emocional de guardar rencor.
El rencor es como sostener una brasa ardiendo con la intención de lanzársela a otro: tú eres el que se quema. Ocupa espacio mental, drena tu energía, afecta tu sistema inmunológico y te impide disfrutar el presente. Perdonar es un acto egoísta e inteligente: lo haces para recuperar tu paz, no para hacerle un favor al ofensor.
Ejercicio terapéutico: La carta que nunca enviarás.
Esta es una de las herramientas más poderosas de la psicología.
Siéntate en un lugar tranquilo.
Escribe una carta a la persona que te hirió.
Vomita todo: la rabia, el dolor, los insultos, la tristeza. No te censures. Dile todo lo que nunca le dijiste.
Al final, escribe: “Te digo todo esto para sacarlo de mí. Hoy decido que ya no me vas a controlar. Te perdono, no por ti, sino para liberarme yo. Te suelto”.
IMPORTANTE: No envíes la carta. Quémala (con cuidado) o rómpela en pedacitos. El acto simbólico de destrucción ayuda al cerebro a procesar el cierre.
Pasos para perdonarte a ti mismo.
A veces, el verdugo más cruel somos nosotros mismos. “¿Cómo pude ser tan tonto/a?”, “¿Por qué permití eso?”.
Entiende esto: Hiciste lo mejor que podías con la información y el estado emocional que tenías en ese momento. Hoy sabes más, por eso hoy harías diferente. Pero no puedes juzgar a tu yo del pasado con la sabiduría del presente. Abrázate y di: “Me perdono por no haber sabido hacerlo mejor. Aprendí la lección”.
Conclusión.
El perdón no cambia el pasado, pero ensancha el futuro. Suelta la maleta pesada. Tienes un camino largo por recorrer y necesitas viajar ligero.
